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Mi admiración para ti, pastor Harold









Harold Segura en el mundo evangélico de América Latina y el Caribe es asaz conocido, especialmente por sus esfuerzos encomiables en la construcción del ecumenismo y el diálogo interreligioso. Él es un administrador de empresas, brillante teólogo, especializado en el tema de la niñez que por años ha desarrollado en su ministerio y en World Vision, una organización de presencia mundial con base en la fe. Además de colombiano y caleño dicho sea de paso, llegó al mundo un día como hoy, 03 de octubre, pero del año 1957. Tiene dos hijos y está casado con Marilú Navarro tan caleña y colombiana como él. Este pastor evangélico es harto respetado por las jerarquías de la iglesia católica latinoamericana, en efecto, participó en Aparecida y en la celebración de los 50 años de Medellín.  Pero lo más importante, Harold en mi periplo laboral, por esas diosidencias de las que suelo tener, es mi jefe.  

El carácter del pastor -como acostumbro llamarlo- es de esos pocos que uno no acostumbra a encontrarse en un personaje de su talla, en los momentos más tensos puede aparecerse con una ingeniosa broma o chiste para calmar el ambiente, en sus exposiciones (que ha sido muchas las que he presenciado) tiene una profundidad teológica inigualable, posee una precisión de relojero suizo y es capaz de explicar con una sencillez contenidos tan abstrusos y delicados de cualquier tipo de ámbito, sin duda, es la madera del maestro.

Y es exactamente en Harold donde reconozco al maestro, aquel que de lo sencillo es capaz de sacar lo grande. Si bien es el estratega, el líder, el mentor, bajo esa sabiduría dual puede trasmutarse en un niño grande al calor de las mandalas, la pintura, el arte, la literatura e incluso las máscaras de lucha libre mexicana.

En una de mis primeras entrevistas de personalidad cuando dirigía Suma Qamaña me atreví a nominarle como el Diplomático de Dios, con el pasar del tiempo compruebo más eso. En el momento de la entrevista yo decía: "Si bien su aspecto puede evocar a unos de esos condes rusos sacados de las novelas de Tolstoi, su forma de ser se aproxima más al hombre “pana”, “cuate”, “parcero”. Hoy lo certifico.

Es lo más aproximado a un hermano mayor que he podido tener, pues en momentos clave ha sabido reconocer las cuitas que uno lleva adentro y estoy seguro que con muchos cercanos a él le ha pasado lo mismo. Tiene la capacidad de leer el corazón de quienes le son muy cercanos.

Con todas esas cualidades, admiro profundamente su capacidad estratégica y creatividad particulares para la acción organizacional, publicaciones, proyectos de atención, conferencias, vida académica rinden cuenta de ello. Además de siempre regalar una sonrisa y un gesto de agradecimiento ante el mínimo detalle. 

Él es una caja de sorpresas, este maracucho se siente privilegiado por transitar en el camino que Harold desde muy joven eligió, yo por tanto apelando a la imagen poderosa, a guisa de niño, siempre diré que cuando sea grande quiero ser como él.

Mi admiración para ti, pastor Harold.


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