Dicen que cuando uno tiene un hijo es como dejar una incógnita al tiempo. De hecho, con el poeta venezolano Andrés Eloy Blanco me atrevo a ir más allá, "cuando uno tiene un hijo tiene todos los hijos del mundo". Y ser padre es una experiencia que me ha salvado y me ha hecho mejor persona. Una amiga hondureña, Rosibel, una de las referentes de feminismo y equidad de género de Cáritas Regional, me decía que a diferencia de quienes no optan por la paternidad o maternidad, quienes verdaderamente sí optamos, nos llena una dimensión espiritual sobredimensionada, pues lo hijos de algún modo te despiertan un amor incondicional e ingente sin explicación lógica alguna. En este sentido, ahora es cuando entiendo más a mi madre quien con sus amapuches y mimos aún siendo yo un adolescente, se desbordaba de amor pleno y maternal que en mi lógica "rebelde" era renuente a reconocer como tal más allá de "Mamá, me avergüenzas". Hoy por hoy reconozco ese legado