Ir al contenido principal

Satyarthi y el colibrí



Tuve la oportunidad de conocer a Kailash Satyarthi, un activista hindú por los niños, en el marco de la IV Conferencia mundial #nolabourchild (erradicación del trabajo infantil) realizada en noviembre de 2017 en la hermosa ciudad de Buenos Aires, Argentina, a cargo de la Organización Internacional del Trabajo. 

Además de dedicarse a promover la erradicación del trabajo infantil, fue merecedor del Premio Nóbel de la Paz 2014 por su lucha contra la esclavitud de los niños (que aún persiste en pleno siglo XXI) y por su lucha por el derecho a la educación.

En su discurso de clausura de la conferencia mundial, recuerdo su metáfora del colibrí que quería apagar un incendio. Cuenta Satyarthi que en una selva se produjo un devastador incendio. Y mientras un gran número de animales corrían despavoridos, vino un colibrí que con su pequeño pico iba y venía del río cercano recogiendo agua para apagar el incendio.

Muchos animales al notar esto, poco a poco se conmovieron con el esfuerzo del pajarito y poco a poco se le unieron hasta juntos lograr apagar el incendio. Es así como pudieron vencer la adversidad.

Y precisamente, muchas veces nos sentimos como ese colibrí, solitarios, apagando incendios, pero es la fuerza del amor las que nos mueve y conmueve, nos llama a unirnos. Y precisamente quienes trabajamos por la infancia sabemos de qué trata.

Casualmente en ese preciso instante que logro abordarlo, en mi dificultoso inglés, le decía "los niños de Venezuela necesitan del mundo, los ojos del mundo deben posarse sobre los niños de Venezuela".

Hoy muchos colibríes intentamos apagar el incendio, nuestros niños de Venezuela y el mundo lo necesitan, los niños trabajadores también,  pues no se trata de convenciones, el mismo Kailash lo decía, se trata de cumplir los compromisos y en eso todos debemos unirnos, especialmente por transformar la realidad que origina el trabajo en niños.

Aunque pareciera que la carrera contra el reloj está en contra nuestra y el incendio amenaza con devorarlo todo, seguiremos apagando fuego con el pico mientras no haya organización de nuestra parte.





Comentarios

Entradas populares de este blog

Piaste tarde pajarito

Freddy Mercado es un amigo mío de la juventud. Recuerdo yo cuando estudiábamos el bachillerato en el Liceo Juan Hilario Bosset, en San Francisco del Zulia, ese muchachito ya hablaba de política, incluso se enfrentaba en enconados debates a los profesores de historia, geografía, ciencias de la tierra, profesores que en ese momento adversaban sanamente la propuesta del entonces candidato Hugo Chávez. Freddy en términos prácticos, aún sin estar Chávez en el poder, era chavista, corría 1998 y estábamos en el último año para recibirnos de bachilleres en ciencias. También recuerdo a José Cornielis, uno de los muchachitos más brillantes que he conocido en mi vida ahora un padre de familia y excelente ingeniero, Joseíto (así le decíamos) me llegaba con preguntas capciosas como ¿Te parece bien cambiar el nombre de Venezuela agregando el bolivariana? ¿Estas de acuerdo con cambiar el Congreso por Asamblea? Preguntas de un chico suspicaz, inteligente y curioso. Debo admitir, lo conf...

No cometamos los mismos errores

Foto fuente: Revista Semana

Gracias a Dios y a mis ancestros

Hoy cuando cumplo un año más de vida, quiero dar gracias a Dios y a mis ancestros, en especial a Ángela, mi abuela analfabeta y pobre, quien a punta de constancia y devoción imprimió en mi espíritu esa capacidad de lucha y resiliencia que siempre tuvo siendo una madre soltera con cuatro hijas a cuestas. Sé que en su pobreza y carencias materiales, entre sus despechos, pesares, alegrías, rabias, siempre  nos enseño el valor de hacer lo correcto. En la esencia de esa Ángela guerrera e hija única me siento representado, de como más allá de las limitaciones en términos de bienes de fortuna los esfuerzos propios pueden sacarnos de la pobreza mental. Habrá siempre primos, hermanos (aunque sólo tenga uno muy lejano y muy distinto a mí en años y actitudes y formas de ver la vida), tías, sobrinos, siempre aparecerá en el camino aquella gente que sin tener un gen común en la sangre se convierten incluso en la más genuina familia. Y no me puedo quejar, hace 38 años en el h...