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Desafíos de la iglesia colombiana con los migrantes venezolanos



Mi corazón está muy resquebrajado al ver por televisión y diversos medios colombianos cómo se está estigmatizando poco a poco la imagen del venezolano, en medio de generalizaciones, por supuesto del todo erradas, pues eso del aplíquese  justos pagamos por pecadores resulta sumamente injusto y hasta peligroso. Eso se siente en la calle, en el transmilenio, en el ambiente, aunque también debo admitir que se tratan también de casos aislados, pues el pueblo colombiano en general es noble y está pasando por un proceso de curar heridas y de convertirse en tierra de acogidas.

Al igual que el papa Francisco doy gracias a Dios por este tránsito tan lleno de muchas oportunidades de crecimiento, no es fácil iniciar de cero. En este ínterin he tenido la dicha de compartir con el equipo de movilidad humana de la Pastoral social colombiana a través de Lina Peña, una mujer que rompe todos los estereotipos de que el "rolo o cachaco" es una persona suspicaz y descortés, poco calurosa. Al contrario, Lina es ese tipo de persona abierta, tierna, solidaria y sobre todo muy comprometida, ella es quien anima reuniones de trabajo en redes donde participan las diversas organizaciones de iglesia que trabajan con migrantes y refugiados.

Este equipo de trabajo ha iniciado con muy buen pie el 2018, organizando una jornada de trabajo integral de migración y refugio este pasado 30 de enero, allí estuve compartiendo la experiencia de ayudas a Venezuela en diversas modalidades como también describir al escalpelo la situación fuerte que viven, verbigracia, mis propios familiares.

Serán muchas las actividades a desarrollar, especialmente por buscar sensibilizar a una sociedad colombiana a la cultura de acogida a la que tanto Francisco ha llamado. 

En el inicio de febrero, el día 8, a través de la Conferencia de Religiosos de Colombia y fundación Tamar se iniciará la jornada de oración contra la trata, una actividad que busca involucrar a organizaciones eclesiales y civiles a actividades de fe y compromiso cristiano para enfrentar este duro flagelo por el cual están sufriendo actualmente mis hermanos venezolanos en su tránsito a busca de mejores oportunidades.

Sin duda, el plato fuerte de la jornada fue la presencia de la doctora Ana Durán Salvatierra, Jefa adjunta de la Misión colombiana de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), a quien pude relatarle, no desde la razón cuantitativa del dato y la encuesta, sino desde el co-razón cualitativo que tengo acerca de la situación de persecución y agavillamiento a la que somos sometidos por el Régimen (en todo su expresión) instalado en mi país.

Quizá no pase todo esto de un saludo a la bandera, aunque ella misma confesó que Antonio Guterres, secretario general de la ONU, en su reciente visita a Colombia, luego de su paso por Cúcuta, ha podido también ser tocado desde la razón objetiva y vivencial  para afirmar que de verdad hay una crisis humanitaria en el país, aunque obcecadamente sus adláteres y millonarios jefes se nieguen a aceptar, indicando que cualquier intervención es un ataque del imperio.

Lo cierto del caso, que casualmente hoy la canciller María Ángela Holguín se pronunció al respecto de esta crisis, anunciando la creación de un refugio junto con la ONU de personas que llegan impelidas por el hambre y la miseria, también para evitar infaustos hechos como el del hotel Caracas en la comunidad de Sevilla en Cúcuta. Además anunció la extensión a dos años del Permiso Temporal Permanente (PEP) que lamentablemente sólo a la fecha ha sido otorgado a 69 mil coterráneos.

Y es allí la propuesta, este equipo de movilidad humana animado por la Pastoral Social debería también asumir el reto de la incidencia y la opinión pública. El principal desafío es como facilitar la regularización de venezolanos para que constaten la realidad y vivan en carne propia los bemoles de la crisis laboral en Colombia y, de algún modo, activen la creatividad para armar emprendimientos posibilitando incluso alianzas productivas con los mismos colombianos. Sin duda ese es el reto de nosotros como iglesia.

También con fondos de la ONU destinados para la protección de migrantes y refugiados pudieran emprenderse a través de la iglesia y aliados bolsas de trabajo para migrantes que de alguna manera retribuyan con su talento y saberes la acogida.

Sin duda, con propuestas claras y coherentes, podremos transitar en este tiempo oscuro por el que pasan mis hermanos venezolanos, pues estoy seguro que Venezuela resurgirá de sus cenizas como el ave fénix y allí estaremos abrazados para juntos, sin distingo de creencias y partidos, para construir el país que de verdad queremos sin mirar al pasado pero sin repetir los errores del presente.

Gracias equipo de Pastoral, gracias Lina. 

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