Sin duda la inacción y la división son un
plato fuerte, allí hay es una caterva de orates sin ton ni son. Son la némesis
del Gobierno. No sé que tanto efecto tuvo la protesta que en la mayor parte de
los casos tuvo solo de pacífica el nombre. Claro está, el desespero, sumado con
las provocaciones premeditadas del Gobierno, han exacerbado los ánimos y con o
sin razón, han respondido de manera violenta.
También en honor a la verdad, la gran
mayoría de la población, no ha acompañado esas manifestaciones de protesta,
donde las trancas se han convertido en hervidero de malandros para atracar y
destruir los bienes públicos.
Creo que han subestimado a Maduro y Maduro
y su combo estrafalario los acorrala a ellos, a los dirigentes de la MUD. En
efecto, con ese sistema de identificación tan vulnerable y amañado, sin los
filtros y auditorías correspondientes, sin reglas de juego claras, con una
constituyente que es más imponente, con amenazas, destituciones, disfrazadas de
justicia, el tufito a dictadura se les sale de la boca. No faltarán fanáticos a
desmontarme y acusarme.
Por el lado de la oposición, trancas,
magras protestas, escraches y con la mamadera de gallo en redes sociales, no
tiene asidero, ni dirección, están al garete.
Más allá de todo esto, la salida es
electoral, no lo dudo, pero con un sistema auditado y auditable en todas las
etapas, con árbitros variopintos, no fanáticos de partidos, en vez de hacer
carnés de la patria, usar ese material en generar cédulas invulnerables, no
clonables, irnos a elecciones generales, aprovechar el contexto para de verdad
consultar al poder originario sobre los destinos de la patria.
De lado y lado, mirar con seriedad los
acuerdos. Comprometerse en la distribución de las responsabilidades, no
torpedear la labor de unos y otros (eso incluye no estar nombrando gobernadores
o alcaldes alternativos o vicerversa), es una simple cuestión de que ambos
sectores se reconozcan y respeten.
Y más toca en quienes se autodenominan
democráticos o que se denominan socialistas, recuerdo que alguna vez, se decía
que el socialismo era democrático en sí, aunque en la práctica quienes lo
detentan han sido un total fiasco.
Tampoco debemos conformarnos con
mera cáscara democrática, de aquellos que alguna vez tuvieron el poder e hicieron
lo mismo, la verdadera democracia es la que cumple con todos sus ciudadanos,
garantiza el piso de justicia social, es equitativo, tiene como centro el
humano.
Dejemos a un lado el yoismo, los
protagonismos, muy en el fondo los venezolanos somos capaces de resurgir de las
cenizas, somos un pueblo solidario, capaz y de paz, irreverente, somos
mestizaje, somos tonalidades, somos claroscuro. No dejemos que los fanáticos
sigan incubando en nuestras cabezas su catecismo, la libertad de elección es un
don precioso del ser humano.
Los fanatismos, el culto a la
personalidad, los pactos, no tendrán cabida en la nueva Venezuela.
Vendrán tiempos mejores.
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