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Maracaibo lloro por ella






Maracaibo es relajada, un poquitín  flaca, de vida maltrecha como mujer que vuelve con su marido tras  recibir tamañas palizas, aún cuando es en el fondo dueña de una gran fortuna, con todo y su vida aún sigue siendo bonita.

Bonita para sí misma, frente al espejo haciendo muecas, tomando una cerveza con azúcar y pitillo, pues a pesar de la tristeza no deja de ser excéntrica, grandilocuente y mollejúa.

La basura que tiene bajo la alfombra, acumula y acumula, acostumbrada  a la indiferencia de 5 maridos, desde  italianos borrachos, de hombres  malos modales y malhablados, hasta una práctica exótica de política emergente con una mujer de leyes con títulos comprados y dudosos, al final todos son iguales, son eso que llaman alcaldes. Marginada y sin un real andas descalza por allí, masticando una que otra grosería, dicharachera como siempre con su buena cara al mal tiempo.

Ella actualmente está abandonada a la deriva, con un sinsabor en los labios, los brazos tostados por el sol, porque en medio de la oscuridad y apagones, Maracaibo ahora es bachaquera, viaja con frecuencia a la frontera para jugar a la cuerda en la Raya, anda con su gorra desteñida y suetercitos largos para evitar quemarse los brazos.

Allá los periquitos andan sin jaula, ella les da alpiste, total, cualquier producto hasta la conciencia al pisar la Raya no vale nada y en eso el juego se pierde.  Baralt y Udón en el sol se quemaron sus poemas

Maracaibo me da tristeza, lloro por ella, aunque es culpa del petróleo, de su gente y sus gobernantes.

Aunque hoy te siga deseando un feliz cumpleaños, en el capítulo final te reencontrarás con el poeta y dejarás de darle la espalda al lago. Los árboles nuevamente crecerán, soñarás realmente.





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